viernes, 13 de mayo de 2016

La polilla come lana de la noche a la mañana...




La letra de esta canción argentina me viene al pelo para tratar acerca de las polillas de la ropa. Es precisamente ahora, cuando comienzan los calores -al menos en esta zona del planeta- y estamos decidiendo el mejor momento para guardar la ropa de invierno, cuando este lepidóptero puede empezar a causarnos problemas.

En Hardswick, un castillo ingles que guarda grandes tapices bordados en seda -una autentica joya-, me decían los expertos que el único modo de prevenir su acción destructora consiste en: aspirar, una buena ventilación y mucha, mucha luz. Para reforzar la seguridad utilizaban un tipo de trampa ecológica en la que las polillas voladoras quedaban pegadas.

Toda medida preventiva es poca, teniendo en cuenta lo que afirmaba, con tono resignado, un carpintero de prestigio a quien también pedí consejo: "poco se puede hacer, al final ya se sabe, 'no amontonéis tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orín los corroen'...

Algo se puede hacer.



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