En una ocasión, tras perder su trabajo en la funeraria, intenta colocarse en una lavandería y es muy bien recibido. Pero el dueño tiene prisa por irse a comer y le explica en unos minutos el trabajo que se le encomienda. Todo marcha bien al principio pero enseguida se complica el asunto. Es muy divertido, dura tan sólo unos 7 minutos, y de allí saqué además una experiencia útil: si quieres formar a quien trabaja contigo, enseña, explica, dale espacio para equivocarse pero ¡nunca le dejes solo!
En contraste, me hizo gracia este cartel en un parque de Dublín: el horario de apertura estaba muy bien concretado. Sin embargo el cierre "depende", como diría un gallego. ¿De qué? Del cálculo del guarda: veinte minutos antes de que oscurezca.
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En St. Stephen's Green... |
Ya se ve que no hay que atosigar, sino tomarse las cosas con calma. Con esta calma irlandesa. Pero, por lo que respecta a quien dirige un trabajo, es bueno cerciorarse de que le entienden cuando se explica y, cómo no, "estar" asequible por si se le necesita.